¿Por qué la diabetes cuesta más de controlar en las mujeres?
La incidencia de la diabetes tipo 1 en hombres y mujeres es similar. Sin embargo, a la hora de controlarla resulta un poco más complicado en las mujeres. Y en este caso, como en otros tantos que afectan a la salud femenina, las hormonas son las «culpables».
La relación entre glucosa y hormonas
Investigador asegura que en el control de la glucosa influyen mucho los hábitos de vida (alimentación y ejercicio) pero también afectan en buena medida otras hormonas que no son la insulina:
- Los estrógenos y la progesterona, las dos hormonas femeninas por excelencia, tienen un efecto contrarregulador del azúcar en sangre, es decir, van en contra de la acción de la insulina. Y, como ya sabes, los niveles de ambas van cambiando a lo largo del ciclo, lo que obviamente acaba afectando a los niveles de glucosa.
Cómo afecta el ciclo menstrual
En el tratamiento de las pacientes con diabetes tipo 1, las dosis de insulina que se administran se ajustan en función de las necesidades de la persona, lo que come y su actividad física.
«Se busca un equilibrio entre todos estos factores, pero en las mujeres no es tan fácil conseguirlo porque durante dos o tres semanas las necesidades de insulina no varían, pero hay 3 o 4 días al mes, justo antes de la regla, en que ese equilibrio se rompe porque las hormonas femeninas aumentan, con lo que la mujer necesitaría más insulina esos días».
«Podría pensarse que, por ejemplo, dándole siempre a la paciente tres dosis más de insulina los días previos a la menstruación bastaría. Pero el problema es que el patrón no tiene porqué repetirse cada mes de la misma forma. Hay mujeres cuyas reglas son irregulares, o hay meses en que esos picos hormonales duran más o menos días».
Controlar bien la diabetes
Debido al influjo hormonal, obviamente estas mujeres necesitan un ajuste bastante continuo de los niveles de insulina. ¿Cómo conseguirlo?
Asegura que la medición tradicional pinchando el dedo varias veces al día y analizando la glucosa en esa muestra de sangre es insuficiente. Lo más idóneo es utilizar un medidor o sensor continuo de glucosa para corregir «sobre la marcha» las necesidades de la paciente.
- Los sensores de última generación tienen el tamaño de una píldora que se implanta bajo la piel y que mide la glucosa intersticial (justo por debajo de la piel, no llega a los capilares). Sobre él se coloca un transmisor con el que se conecta de forma inalámbrica, sin que ambos estén unidos físicamente.
- Este transmisor envía los datos a una aplicación instalada en el smartphone de la paciente, de forma que conoce sus niveles de glucosa en tiempo real. El sensor dura 6 meses y se implanta muy sencillamente.
«Es como si vieras una película completa», afirma el Dr. Murillo, «lo que permite corregir el tratamiento al momento: si los niveles son altos se aumenta la insulina y si son bajos se toman azúcares o hidratos de carbono para compensarlo».
Más atención en El embarazo
El control de la diabetes tipo 1 es especialmente importante durante el embarazo porque puede afectar al desarrollo del feto.
Por eso, en esta etapa la glucosa debe estar súper vigilada: «lo ideal es que, incluso antes de quedarse embarazada, la mujer consiga unos valores como si no sufriera diabetes»
Sin embargo, para estas mujeres no resulta fácil ya que la resistencia a la insulina aumenta a partir del segundo trimestre. Por este motivo, el uso de los sensores de medición continua es especialmente recomendable.
La menopausia y los cambios hormonales que lleva consigo también hacen que el nivel de glucosa en sangre suba y baje más, y que las variaciones sea menos previsibles. Si, además, la mujer coge peso, sobre todo a nivel abdominal, la dificultad es mayor.
No hay que olvidar que, además de controlar los niveles de glucosa y administrar insulina, el ejercicio y la dieta son vitales para mantener a raya esta enfermedad en todas las etapas de la vida de la mujer.